Prólogo: De dónde venimos (y por qué seguimos) — 0

Prólogo: De dónde venimos (y por qué seguimos) — 0

Cuando comenzamos Chinampac, existían muchas dudas sobre cuál sería la identidad final de lo que queríamos construir. No es que no supiéramos que queríamos ser un proyecto sustentable, ganador y consciente; eso estaba claro. Lo que buscábamos era algo más: un proyecto con valor real, desde lo que producimos hasta la forma en que afecta y mejora la vida de las personas.

Desde el minuto uno sabíamos que uno de los grandes problemas en la producción de alimentos es que está demasiado lejos de quienes los consumen. Por eso arrancamos con la idea de la producción urbana de hortalizas. Construimos nuestro primer "invernadero" (PVC, agúa y pura terquedad) y nos dimos cuenta de dos grandes cosas: 

  • Lo sencillo que era lograr una producción suficiente para varias familias en un espacio pequeño.
  • Lo caro que algunas personas querían hacer ver a los alimentos hidropónicos.

Y ahí vino la sorpresa. En algunos lugares veíamos lechugas hidropónicas casi cuatro veces más caras que una lechuga normal. Personas en zonas “muy nice” de la ciudad pagando cantidades absurdas por un alimento “más verde”. Y, por algún motivo, nadie se detenía a hacerse la pregunta obvia: “¿Oye… no nos estarán viendo la cara?” o “¿Las cosas realmente cuestan lo que cuestan?”

Así que empezamos a experimentar. Nuestras lechugas eran de excelente calidad, nada que envidiarle a ninguna otra de la ciudad, y aun así seguíamos viendo lo mismo: precios inflados que no piensan en la gente, solo buscan “cortarte la lana y cerrarte la llave”.

De ahí nació Chinampac: llevar la producción a tu barrio, ofrecer alimentos cercanos, funcionar como un punto de economía circular y, sobre todo, darte las cosas a un precio justo. No solo amigable para tu bolsillo, sino realmente digno. Una alimentación justa para ti: el mexicano que se esfuerza por salir adelante, que quiere alimentar a su familia y que ya está harto de no poder comer algo de calidad.

¿Y la calidad cambia? Totalmente. Pero no te quedes con lo que te decimos: pruébalo. Experimenta. Incluso en una maceta pequeña puedes germinar algo tú mismo, o sacar papas en una cubeta. El sabor es exageradamente distinto. Lo natural, hecho a la antigua, tiene su propia sazón. Qué sorpresa… ¿No?

Bueno, técnicamente sí es una sorpresa. Aunque debería ser obvio que los alimentos hoy en día tienen más químicos, la realidad es que esa es la respuesta a una demanda que crece cada año. No olvidemos que cada día somos más y necesitamos más.

Pero entonces surge la pregunta incómoda: si somos cada vez más y necesitamos más, ¿por qué estamos centralizando aún más la producción de comida?

Es cierto: hay estados más capaces que otros para producir ciertos alimentos. Unos tienen lluvias, otros sequías; unos tienen suelo fértil, otros no. Lo lógico, en teoría, era que ciertas regiones se especializaran. Pero ese modelo, hoy, está empezando a mostrar grietas por todos lados:

  • La demanda es demasiado alta.
  • La presión por mantener precios bajos es brutal.
  • Las condiciones sociales y políticas del país están desgastando al sector.
  • El estrés en agricultores y exportadores ya llegó a un punto donde muchos dicen abiertamente que serán los últimos de su familia en dedicarse al campo.

Da para varias entradas del blog hablar del agro mexicano, y créanme que lo haremos, pero volviendo al punto: no es como que sea fácil producir cualquier fruta o verdura en casa. Pero sí descubrimos que, con espacios relativamente pequeños, podemos crear puntos locales de producción. Lugares donde la dieta se ajusta a la demanda real de la comunidad. Y eso, aunque sea sencillo, funciona.

Funciona para aliviar estrés.
Funciona para disminuir la dependencia.
Funciona para que la gente coma mejor sin hipotecar el sueldo.

Y funciona para que el agricultor deje de cargar él solo con la responsabilidad de alimentar al país entero.

Porque no se trata, para nada, de reemplazar al campo. Se trata de equilibrar un sistema que ya está al borde. De permitir que los agricultores se enfoquen en cultivos complejos, en lo que requiere espacio, técnica, maquinaria o temporadas específicas. Y de evitar que, cuando ellos enfrentan problemas (clima, política, exportaciones, bloqueos, lo que sea), la alimentación y el bolsillo del mexicano se vayan también al hoyo.

Eso es Chinampac: producir cerca para que nadie tenga que pagar lejos. 

Y sí, esta primera entrada terminó pareciéndose más a una carta abierta, pero bueno, así pasa cuando uno intenta explicar de dónde salió todo sin sonar a comercial barato. La realidad es simple: este espacio existe para contarte qué estamos haciendo, qué estamos aprendiendo y, de vez en cuando, para desahogarnos.

Y claro, también habrá una que otra pedrada bien intencionada a cómo se hacen las cosas hoy en día. Porque, pues, es nuestro espacio, ¿no?

Súmate. 

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